Por dónde empezar, bueno sí. Querría escribir esto a modo de nota de disculpas, por los daños y los traumas. Por las heridas tan profundas en el alma. Por las caidas y no tantas aupadas. Por haberme dado la mano y haberme encadenado a tus brazos. Quizá también a modo de disculpa, porque no hay forma de que coja ninguna. Más bien de que alguna vez llegue a interpretar mis lagunas. Lagunas hechas de saliva. Y escupir hacia arriba con este escrito, para que me caiga encima y ver como todo se difumina. Como pintar tus bemoles con mis infantiles tizas. De colores, con canicas, con un juego de los que en la vida pillas. Y que sí, que soy más tonto de lo que parece, que ya es decir. O por lo menos, es por lo que siempre me han tomado. Una simple herramienta. Bueno no, simple no, demasiado elegante suena. Una puta herramienta, de las que tomas y dejas. De las que coges cuando te interesa pero de las que al final, atrás se quedan. Y quizá este sea mi último despido. Una triste y sucia nota de suicidio.
jueves, 7 de marzo de 2013
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