Sería una fría noche
de invierno
sinceramente, no me acuerdo
insomnio, mucho humo,
incienso
y versos que cobraron
vida
cuando tu voz me hizo
eco dentro
-muy dentro-
Hablaste desde el
sur,
voz dulce
susurraba a
barlovento
izó la bandera de mis
sueños
me sirvió una copa de
doble vida
y me emborrachó.
Sangramos alcohol
envenenado de pena,
sufrimos la pandemia
de los mejores besos
que aún no nos hemos dado.
Llegaste corriendo
en círculos
autodestructivos
tú ya me entiendes
si no pregúntale a Ludovico
yo ahora no pienso
el alcohol me ha
paralizado los nervios.
Ahora sólo quiero.
Quiero que estos
versos desfilen en paralelo,
sin miedos,
por la pasarela de tu
costado
mi universo
que rocen con la yema
de los dedos
todas las tangentes
que conformen tu cuerpo
que ondule tu pelo al
viento
princesa,
que yo me encargo de
esos dragones imaginarios
que nos enamoran
rompiéndonos,
visiblemente por
fuera
y
ni te imaginas
por dentro.
Me hablaste al oído
de la distancia
1000km, 1000 años
luz,
es lo mismo
pero en 55 segundos
de tu voz no se a ti,
pero a mí, se me paró
el tiempo.