sábado, 23 de agosto de 2014

Conductor suicida sufre despeño emocional

Quisiera ser conductor de un tren que se va a estrellar,
viajar por una línea fantasma
sólo ida,
último tren,
                    que sea el que descarrile.

Tengo la frágil esperanza de que a 25000 pies
una turbulencia sea el último temblor,
un meneo mortal,
                             un mal de altura.
Tengo la ilusión de que todos vuestros mejores vuelos se hagan realidad
y que las salidas de emergencia recuperen su sentido.
Ilusión de seguridad.

Sueño con el día en que una mala curva me haga dar dos vueltas de campana
por cometer el error de soltarme,
                                                     de dejarme llevar.

Todo por culpa de los quita-miedos.

Cada noche me siento morir en periodos breves de inconsciencia.
Yo no duermo, sólo sueño.

Cada noche al cerrar los ojos abrazo la oscuridad y el frío.

Solo quiero dormir.

Solo quiero no pensar.

Me han dicho que una sombra rodea mi alma cuando me miran a los ojos,
parece que no gusta,
y que hay una bala perdida con mi nombre.

Nunca un disparo había sido tan certero, tocado y hundido.

Quisiera ver el fondo del océano,
perderme, para no poder reemplazarme.

También quisiera que supieras, que soy demasiado cobarde para el suicidio.

Y que tras cada curva y cada accidente,
se esconde tu sonrisa.

Yo conduzco.

Nos vemos en la cuneta.

miércoles, 6 de agosto de 2014

Realismo

Estaba pensando en lo corta y pecaminosa que es esta experiencia temporal y caduca que llamamos vida. En el castigo al que someten los padres a sus hijos. La arrogancia que hace falta para arrancar un alma de la inexistencia. Condenar a alguien a esta porquería, esta penosa carrera hacia un final común, ese que no distingue de razas, dinero, género ni sexo. Ese que a todos nos iguala, que a todos nos llega y que con todos acaba. Estaba pensando en la muerte, esa cura del pecado de ser padre, de la falta de valor emocional, esa corrección de nuestros excesos y nuestros defectos. La muerte es la mano de hierro que nos devuelve a la nada.

Me estaba preguntando cómo nosotros, envoltorios de gelatina pútrida y débil, sobrevivimos. Cómo encerrados en cuerpos frágiles en los que cada aliento no es más que un hedor asfixiante y vomitivo hemos tenido la poca vergüenza de tratar de someter a la naturaleza, y escaparnos de la nuestra. Cómo seguimos viviendo y colmando algo sin sentido ni objetivo. Cómo tratamos de buscar una justificación a nuestra penosa existencia. Ilusiones, espejismos, desvaríos de la percepción. Concepciones temporales, incógnitas de una ecuación que trata de balancearse a sí misma. Camisetas de moda, música de ascensor.

Somos producto del azar, y ya he visto que la suerte no es más que una cuestión de estadística.

Qué pena joder, estaba viendo a qué nos hemos visto reducidos, a una estadística.. ¡todo sea por sentirnos parte de un grupo! Somos números, y a mí hace tiempo que han dejado de salirme las cuentas, llámame egoísta, pero el único número que no se me olvida es ese, el 1. Yo.

Nos hemos creído demasiado eso de ''cuantos más mejor'' y es mentira. Más no es igual a diversión, más es igual a superpoblación, más es igual hacinamiento y desesperación por seguir siendo más. Creo que hemos cumplido nuestro cometido, así que.. ¿por qué no nos cogemos de las manos y caminamos juntos hacia la extinción de nuestra especie?

Cuantos más mejor no es la solución, somos un virus.

Estaba pensando en nuestra libertad auto-suprimida. Resulta que como dijo Rousseau ''el hombre ha nacido libre y en todas partes se halla encadenado''. Ahora, ¡se trata de escoger tus cadenas para ser libre!

También me estaba preguntando qué atracción hay en una religión, en un dogma. Ah claro, la promesa del más allá, la vida eterna, la reencarnación. Nos aferramos a los vaticinios de un predicador con la esperanza de la salvación, del perdón. ¡Regocijaos pues el verbo se hará carne! ¡Redimios de vuestros pecados o acabaréis en el fuego eterno!

Curioso, hablando de buscar el perdón, estaba pensando también que el perdón no existe, solo que la gente tiene poca memoria.

Qué triste, la desmemoria selectiva. Hace pensar a uno, ¿para qué actuar?
                                                                                          ¿para qué hablar?
                                                                                          ¿para qué estar?
                                                                          ser bueno ¿para qué?

Estaba viendo cómo es todo a través de los ojos de otras personas, y no hace falta otra cosa. Todo está ahí, ahí ves su historia.

Todo el mundo sabe que le ocurre algo malo aunque no sabe muy bien el qué.

Y hablando de algo malo, y de eso de dar consejos a la gente. Cuando alguien me da un consejo suele hablar de sí mismo.

Una vez escuché que ''la muerte no es el final.''

Sólo espero que se equivocara.

Ateo del perdón

No quiero pensar, los párpados cerrados transparentan miradas cuyos ojos diluvian sobre unas vestiduras ajadas que camuflan un delito ...