domingo, 18 de junio de 2017

Sin mirar

Siento
luego existo,
en un abismo
que sin ojos
no deja de mirarme.

Escucho
los gritos
escupidos por mi conciencia
a cincuenta céntimos
por litro.

Pienso,
luego no me dejo existir,
en el impulso suicida
de mi espíritu bailando,
borracho,
perdido,
desesperado.

Perdóname las travesuras del incosciente.

Veo
la fina línea
que separa mi libertad
de mi
clausura.

Toco
con la yema
de los olvidos
un lugar vacío
rellenado
con lágrimas de alcohol.

Soy
un espíritu muerto
condenado
en este tortuoso limbo,
sin destino fijo.

Mientras me decido seguiré respirando humo,
seguiré caminando por mis precipicios,
sin mirar abajo.

Ateo del perdón

No quiero pensar, los párpados cerrados transparentan miradas cuyos ojos diluvian sobre unas vestiduras ajadas que camuflan un delito ...