sábado, 23 de agosto de 2014

Conductor suicida sufre despeño emocional

Quisiera ser conductor de un tren que se va a estrellar,
viajar por una línea fantasma
sólo ida,
último tren,
                    que sea el que descarrile.

Tengo la frágil esperanza de que a 25000 pies
una turbulencia sea el último temblor,
un meneo mortal,
                             un mal de altura.
Tengo la ilusión de que todos vuestros mejores vuelos se hagan realidad
y que las salidas de emergencia recuperen su sentido.
Ilusión de seguridad.

Sueño con el día en que una mala curva me haga dar dos vueltas de campana
por cometer el error de soltarme,
                                                     de dejarme llevar.

Todo por culpa de los quita-miedos.

Cada noche me siento morir en periodos breves de inconsciencia.
Yo no duermo, sólo sueño.

Cada noche al cerrar los ojos abrazo la oscuridad y el frío.

Solo quiero dormir.

Solo quiero no pensar.

Me han dicho que una sombra rodea mi alma cuando me miran a los ojos,
parece que no gusta,
y que hay una bala perdida con mi nombre.

Nunca un disparo había sido tan certero, tocado y hundido.

Quisiera ver el fondo del océano,
perderme, para no poder reemplazarme.

También quisiera que supieras, que soy demasiado cobarde para el suicidio.

Y que tras cada curva y cada accidente,
se esconde tu sonrisa.

Yo conduzco.

Nos vemos en la cuneta.

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