miércoles, 28 de mayo de 2014

Historia de un final

'Vacío interior embellecido de besos rotos. Arena, arena en unos bolsillos ásperos no aptos para pulgares de emperador romano. Huracán, bautizado con tu nombre y graduado con tu fuerza. Y náusea provocada por los dedos fúnebres, frágiles y finos de una sociedad de cráneos huecos y carteras llenas. Silencio, un silencio ensordecedor por su último grito y condenado para siempre a emocionarse por vía de signos. Miedo, terror y pánico, de perderte.'

No es el entorno exterior de un lugar, sino el contorno interior de un hombre el que describen éstas letras desordenadas, un hombre de principios felices y finales sin fin, de historias interminables que empiezan con un taburete de uno diez y acaban en un escritorio de uno por seis. Es la voz concienzuda de un hombre de razón que está siempre equivocado. Un hombre que sale disfrazando sus miedos, uno mas de cientos. Un defecto que camina cabizbajo mirando siempre la huella de sus pies, y nunca con qué piedra se puede tropezar.

Nació en el lugar equivocado en el momento erróneo. Nació obligado a doler. Sus padres le regalaron el don de la vida. Un regalo, una oda a la esclavitud, a la individuación y consciencia de sí mismo. A asumir una libertad basada en escoger tus cadenas. ''La libertad la encontramos en el eslabón perdido de nuestra cadena -dice él- de experiencias y sucesos, de razones y motivos, de vasos rotos y lágrimas secas, en nuestra memoria y en nuestra inconsciencia.'' Tras una larga vida equivocada, siempre desenfocada, entre las calles de una ciudad que no le llevaba a ningún sitio, una ilusión de naturaleza en un parque de día y en un infierno por la noche. Una vida vacía de consumismo y arrepentimiento. De abstemio de besos y ciego de caricias, de rigidez para dejarse llevar y demasiado racional para enloquecer. ''Mi razón es la fuente de mi locura, mi conciencia, mi ascensor al manicomio''. De fantasmas del pasado que no venían por Navidad y de unas ganas de elevar la conciencia más allá del bien y del mal, más allá de lo perceptible. Una vida de sueños rotos por un realismo que tiene más ficción que la de cualquiera de sus libros. Tras todo eso, y una pérdida de sí mismo tras una barra de bar, dejó ésta nota, justo después de ponerle fin a su amargura, a su pérfida existencia consigo mismo, de volar su inconsciencia por los aires con los sentimientos a quemarropa, un charco de sangre, una botella de whisky vacía, y ésto:

''No puedo más, me pesan demasiado las heridas.
Ya está, en todo momento hay que decir basta.
Mi límite ha llegado en mi cordura tornando en esquizofrenia, lo siento, siento haberme quedado a las puertas.
Soy débil, mi carne es blanda y mi mente frágil, mi hígado ha sufrido demasiado y mi esófago se ha quemado demasiadas veces.
Lo siento, perdóname, todo este ruido de fondo no me ha dejado volar, y no te puedo dejar en tierra.
No espero que lo comprendas, pero es que a mí no hay quien me entienda.
¿Para qué prolongar una penosa existencia abocada a un final de tragicomedia?
¿Acaso merece la pena el camino de amargura con pequeñas dosis de felicidad incompleta?
Perdóname, por abandonarte así Emily, no he podido seguir, no dejándote volar.

Espero que algún día, mi final marque el principio de algo bueno.
Siempre tuyo.

Hans''


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