domingo, 14 de junio de 2015

Epifanía



Un día te levantas,
calmado,
estoico,
flemático,
y sólo piensas en que pierdes el tiempo.

Sólo piensas, ni respiras.

Te paras y miras,
a tu alrededor,
y al tuyo,
y al tuyo también,
y gritas basta.

Gritas sin voz ni llanto,
gritas sin aliento.

Qué poco pensamos en los otros
y demasiado en nosotros mismos.
Y joder, qué triste,
joder,
qué pena.

Pero bueno, 
y malo también,
recoges tus ideas,
siembras ego,
y la cosecha es una sentencia.

Ese mismo día,
das un portazo emocional,
o tiras la primera piedra,
y enseñas la mano,
dedo corazón levantado
y piensas:

''Ojalá me leyeras los labios, para poder decirte
alto y claro,
que te jodan.''

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