lunes, 6 de junio de 2016

Esperar

En una sala de espera la dicha es poca, la fe escasea, el café es demasiado amargo y en las ojeras de los presentes se les puede intuir el alma..
Esperar.
Esperar para entrar, esperar para salir, esperar para hacer y dejar de hacer, esperar un resultado, o no esperar ya ninguno. Aquí esperando pienso lo sencillo que sería saltar por la ventana y dejar de esperar..

Es una ilusión, nos pasamos toda la vida convenciéndonos de que tenemos el control, que en nuestro mirar fijamos el destino, en nuestras manos los horizontes y en el espíritu implacable el impulso para seguir.. es una ilusión.. al final todos esperamos lo mismo.

¿Dinero? ¿Éxito? ¿Fama? ¿Sexo? ¿Diversión? ¿Felicidad? ¿Descanso? ¿Conocimiento? Ahorradas.. lo único que esperamos es nuestro turno para dejar de esperar, sólo esperamos morir, pues vivir mata.

Peligroso es saber demasiado, igual de peligroso que saber demasiado poco; temerario el lanzarse al abrazo traicionero de una vida con fecha de caducidad en solitario, sin paracaídas, sin red de seguridad, sin una mirada cómplice, sin unas manos amigas, sin un olor que guíe, sin un sabor que siempre te deje ganas de más. Que temeraria es la soledad salvaje.

El miedo quizá no sea la debilidad sino nuestra mayor fortaleza, el miedo que hace que no pares de correr, ese miedo. El mismo miedo que te impide comprar promesas en frascos vacíos, el mismo miedo que te dice que no estamos equipados para la felicidad, el mismo miedo que no te deja dormir. Hablo del miedo que sientes al mirarte al espejo y enfrentarte a tus demonios.

Enfrentarte a lo peor de ti mismo es una rutina para el lunático, pero es la única manera de seguir esperando..

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