lunes, 3 de julio de 2017

Indiferente

Desbarro

He vuelto a aquí. 

No puedo ser más indeterminado. Aquí, a “casa”; aquí, al “hogar”; aquí, con la “familia”; aquí, donde “pertenezco”. Hay algo en este sitio que me asfixia. Llevo unos días anestesiado por las celebraciones de mi vuelta, 

-iluso, eso no se celebra-

la alegría es contagiosa y se me ha pegado a la piel, pero no ha sido más que un espejismo. Desperté como sólo de un espejismo se hace: con un familiar olor adherido al cuerpo, una sensación de taladro que torpedea las sienes de una cabeza que no es mía y que apenas puede mantener el equilibrio, un vómito pre-cocinado en el estómago que agradecería mi hígado y una desorientación que duró tres días. 

Vuelvo a la rutina de desayunar semidesnudo, prepararme un café y fumarme un cigarrillo frente a un televisor apagado y en el que veo mis reflejos

-sabes que somos más de uno-

e intento organizar mi día de nada. Mientras me quemo el paladar con el café abro la libreta y anoto lo siguiente: 

“20/06/2017
07:34

Hola de nuevo. No sé qué nos esperará hoy pero el día arranca con este café que, joder, hacía meses que no tomaba un café tan bueno. La noche ha sido breve y profunda, no tengo sueños que contarte, no los recuerdo. Ahora me ducharé, me vestiré y saldré a pasear, cuanto más tiempo esté ocupado mejor para todos.”

-el control es una ilusión-


Tuve un sueño en el que desperté entre una multitud, abrí los ojos y supe que algo iba mal. El corazón se me encogía como nunca lo había hecho en mis peores pesadillas. Te veía en el sueño. Me llevaste a una habitación donde me hiciste preguntas sin solución. 

No lo recuerdo, estoy trastornado, nunca he llevado un camino recto.

-y  nunca lo harás, gilipollas- 

Pero mi mayor sorpresa fue cuando al despertar quise acordarme de lo que hice ayer.
 Me resultó imposible.

Nueva noche, nueva vida.

El sol se ha ido y me persiguen las sombras encerradas en mi corazón podrido.. no puedo avanzar con este temblor en el espíritu, con este mutismo en mi pulsación y con esta sordera en mis manos.. Me dedicaré para la eternidad a la renegación, en mi minoría de locura de uno sólo manteniendo monólogos autodestructivos conmigo mismo siempre fuera de lugar, pero siempre acompañado de todos nosotros.

-ese es tu nuestro lugar-

Soy la complicidad de las bestias que bailan mordiéndose el cuello. 

Y yo qué sé qué hago aquí. No puede ser, ¿yo qué hice ayer? -Me digo mientras me quemo en un ejercicio de fuegos artificiales interno mientras asciendo al cenit de altura impredecible para dar paso a una explosión de dB inestimables-, todo para seguir mi tendencia natural.. caer. Dejarse llevar es una caída suicida que va apagando todas mis almas de forma aleatoria y sin avisar; y sin saber muy bien por qué.

He vivido una semana sin pensar en respirar si quiera.

-sigue intentándolo, no podrás huir de nosotros, de ti mismo- 

Vuelve el ruido.

Hoy el sonido de fondo es un retumbar arrítmico de fronteras de papel que golpean el centro de la diana que pinté en mi pecho con un lápiz sin punta.

Vuelvo al estado primigenio.

Indiferente.


-que te lo has creído-

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