lunes, 24 de diciembre de 2012

Emoción ramificada.

"... entonces se sintieron uno, unidos, y ese lazo nada ni nadie lo rompería, se miraron y el mundo se paró ..."

Ethan empezaba una nueva etapa en su vida. Después de todas las patadas y escupitajos. De pasar por las malas y por las peores. De llorar sin echar gota, de gritar sin voz y de escapar de si mismo sentado en su silla favorita del salón de su casa.

Parecía que la suerte le había sonreido, no, suerte no. No creía en la suerte, sin embargo, cuando algo le salía bien apelaba a una coincidencia o decía que había sido cosa de la fortuna.

Abandonado todo atrás había llegado a ser una persona completamente diferente. Rondaba bares de noche y deambulaba por la ciudad, hasta que un día en au rutina apareció una nueva persona, una de esas que solo te encuentras una en tu vida, de las que rompen todos tus esquemas. Las que te hacen mandarlo todo a la mierda, las que mueven montañas, de esas.

Se conocieron, pero no fue la típica historia perfecta de amor que se vende en las películas. Había algo más, era diferente al resto, estaban a otro nivel. Con una confianza increible ya se conocían el uno al otro mejor que nadie. Habían pasado momentos buenísimos, de elevarte a la máxima potencia por encima de las nubes. Pero momentos de arrastrase de dolor, de los malos y de los peores.

Un dia, estaban el uno frente al otro, no estaban bien, se miraron y ambos al unísono abrieron y mostraron sus sentimientos. Las mismas palabras se dijeron, entonces se sintieron uno, unidos, y ese lazo nada ni nadie lo rompería, se miraron y el mundo se paró ahí.

En ese nomento inmutable, invariable, parecía que pasara lo que pasara, no se iban a separar, sus emociones ramificarin a un arbol común, ya estaban unidos por algo más que un certificado matrimonial o por un contacto físico al cogerse de la mano. Ya era necesidad pura y dura. Pues eso implica la ramificación de emociones.

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