miércoles, 20 de febrero de 2013

Caminos de ida y vuelta

Vivir es agotar todas las balas de tus cargadores, caminar por todos los senderos conocidos, fumar todos los cigarros encendidos y por encender. Inspirar algo llamado esperanza de una gran fuente intangible de humo. Recuerdo como marcan las palabras en vena, como choca la realidad en la cara y como en este juego cada uno tiene sus propias cartas. Pienso en grandes lujos para vivir y, quizá sea atractiva la idea, mas sin pretenderlo, todavía, me sobra. Vivir es cambio, si algo no cambia, es que está muerto, y esa es la verdadera riqueza y el peligro -me dijo un sabio- por las equivocaciones. Que las personas cambian, y que al caminar por un camino, la persona que entra no es la misma que la que se va.

Aunque hay idas y vueltas que maten, aunque sin pretenderlo puedes llegar a echarte de menos a ti mismo -sin siquiera entenderlo- más de lo que alguno imagine o cavile. Idas y vueltas son lecciones de la vida. Algunas se aprenden mientras que otras, se olvidan. Algunas calan y otras, quedan diluidas. "De lo malo siempre algo bueno", empíricamente aprendí esa lección. A base de tachar y reescribir, por mucho que costara, a base de estar a ras y bajo el suelo, para poder ver mejor las cosas grandes, y todo lo grandes que son. No hay que ser iluso para vivir, no hay que ser afortunado para vivir mejor. Hay que definirse a uno mismo. Ahí entran en juego los caminos, que es después cuando vienen a cobrar sentido.

Que las vueltas son ansiadas, cuando alguien marcha solo quieres que vuelva. Cuando vuelve, ya sea por sorpresa o por ciencia incierta, te abrazas hasta tal punto que como leí en algún sitio "sólo las espaldas no se estaban tocando, y ya jodía". Que por muchas quemaduras, nunca es tarde para hacer lo correcto, ni para ser sincero. Pues la vida son caminos, son senderos, son recorridos que escogidos por nosotros mismos, acabarán por definirnos.

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