Domingo, 3:18 am.
Solo han pasado unas horas desde que se fue y ya la extraño, ese vacío inllenable. Ese no sentirse completo, esa sonrisa vacía, esa no felicidad. Esos efectos provocados con cosas tan triviales como pueden ser un olor, un contacto, o simplemente cogerte la mano y volar más alto que nunca, muy por encima de las nubes.
La misma imagen se reproduce una y otra vez en mi cabeza, la misma canción de fondo, tumbado en una pradera verde, era de noche, las estrellas, podía verlas todas, pasaba el rato contándolas. Esperando a que pasara algo cuando acabara, pero realmente; sabía que nada ocurriría.
Te plantaste delante de mí y me tendiste tu mano, "levanta que el camino es largo" dijiste. Te cogi la mano, pero no me levanté, te eché en el suelo. Pues a veces para multlipicar, para sumar, hay que empezar desde el suelo. Para seguir el camino hay que buscar otro punto de vista. A veces, para crecer, hay que agacharse.
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