martes, 8 de enero de 2013

Escapar de tu propia sombra

Alejándose de todo comenzó su aventura. Distanciandose de los que creía amigos, compañeros de fatigas, hombros a los que arrimarse para capear el temporal, para sufrir menos, para sonreír más. Siempre considerándose a sí mismo una bala perdida veía que no encajaba en ningún sitio, no encontraba su lugar. "Soy solitario, soy raro" - decía el autojustificandose, como queriendo creelo.

- ¿A dónde vas?
- Donde no pueda volver ni encontrarme a mi mismo, donde el silencio sea mi diálogo constante, donde la indiferencia sea mi pan de cada día y donde nadie pueda echarme de menos.
- Suerte

Se sacó el puñal de la espalda, clavado por una persona inesperada, de las de confiar, así aprendió a no fiarse de nadie, ni de sí mismo. Valiosa lección cuyo aprendizaje completó. Traicionando cogió sus cosas y las tiró a la basura entre llamas y lágrimas de un pasado en vano. Comenzaba su nueva vida, pero, ¿podría llamarse vida eso? Claro que no, vivir sin sentirse vivo, escapando hasta de tú propia sombra, no había quién le aguantase, ni el mismo se soportaba.

No sé que fue de él, probablemente ni él mismo lo sabrá. Consiguió su propósito pues desapareció del mapa, sé esfumó tras una nube densa e inpenetrable. Escapó de su sombra, sé alejó de todo. Sé murió en su olvido.

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