La diferencia
entre lo sencillo
y lo complejo
se encuentra al alcance
de tus manos.
Esas mismas manos
que me recorren,
me acarician
y me aprietan
y me cobijan.
Esas mismas manos
que frente a un papel
con lapicero
hacen maravillas.
Esas manos
que rozan un piano
y te llevan al rincón de tu alma
donde
el temblor de tu corazón
hace música.
La diferencia
entre lo sutil
y lo evidente
está entre tus brazos.
Entre tus (a)brazos
que son
refugio
y salida de emergencia;
que son casa
y son huida.
Esos brazos
que son lucha
y redención
para un cobarde
que callaba
sus silencios con alcohol.
La diferencia
entre el querer
y el poder
la encuentras en tu mente
bajo llave.
Una llave que dejaste
en unas manos
temblorosas
y con ganas de quererte.
Una llave
que no abre
puertas ni ventanas,
sino almas.
La diferencia
entre el temblor de mis manos
y el alcohol de mis penas
es una sonrisa que ha ido creciendo.
Desde que te conoció.
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